miércoles, 4 de abril de 2012

La paradoja del guerrero

Siempre he sabido que mi empresa es un nido de víboras. Como todas, supongo.

Quizás ahora me fijo más en ello. Quizás con la primavera los ofidios venenosos han salido al sol, y se dejan ver con menos disimulo.

Está la chica nueva, la última incorporación al equipo, Áurea, verdaderamente agobiada. No la dejan en paz ni a sol ni a sombra. Áurea es un angelito caído del cielo que vete tú a saber por qué desgraciada concatenación de circunstancias ha venido a parar entre los escombros humanos del Turno de Noche, y es del estilo que a mí me gustan, esas que el ahora desaparecido Rick denominaba “Little Irish”: Larga melena pelirroja, piel blanquísima, ojos claros, y una boca pequeña y carnosa, que corrompe con su pecaminoso rojo la nívea pureza de las mejillas.

Pues bien, Áurea se ha vuelto objeto de deseo para toda clase de reptiles. Bueno, también para el resto de fauna y flora de la empresa, vertebrados e invertebrados, es lo que tiene ser muy joven y muy guapa, pero... Solo las más venenosas serpientes se atreven a acercarse, a olfatearla con ojos encendidos de deseo, ansiosas de obtener su carne prieta y su sangre joven...

“Tengo novio” dice ella, como un mantra, como si sirviera de algo, pobre niña, no ves que eso aún enciende más el deseo de los que ansían tenerte... “Yo te podría hacer cosas, preciosa, que ese novio tuyo ni sueña que puedan hacerse con un cuerpo femenino. Yo te podría dar placeres que ni él ni tú sabéis aún que existen...” le responde una de las más peligrosas, una cobra real, venenosa y cruel, precisamente la serpiente de la que os hablaba ayer en mi anterior artículo. Áurea se limita a girar el rostro con desagrado, maldiciendo, supongo, el día que envió su currículum a la empresa, aunque sin querer marchar, que el mercado laboral está como está... Si fuera un hombre quien así hablara y así se comportara, a buen seguro estaría ya denunciado (y despedido) por acoso. Pero no es un hombre, sino una mujer, una bestia lúbrica, sí, pero mujer, y sea por miedo o por prudencia, nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato.

Yo lo observo todo a distancia. Áurea es tan inocente que me siento responsable. Pero no hago nada, no, al menos, de momento. Es la paradoja del guerrero, a veces, aunque parezca lo contrario de lo debido, lo mejor es no intervenir hasta estar seguro de poder asestar un golpe definitivo. Mostrar tus intenciones es dejar al descubierto tu guardia, y si no es para un ataque rápido e incontestable te deja a merced de los que no dudarían en rebanarte el cuello de un solo tajo, si pudieran. Esa posibilidad, podéis creerme, me eriza el vello de la nuca.

Hace ya muchos años que aprendí de los maestros del Jian Shu, el arte chino de la espada, que uno debe mantenerse mental y físicamente preparado para cuando llegue el momento del combate, y mantener afilada la hoja de buen acero de su arma. Más allá de eso, el momento definitivo llegará cuando deba llegar, ni antes ni después, y sería un error querer adelantarlo o precipitarlo. Así que aquí me tenéis, más o menos, figuradamente, como el monje Shaolin de la foto que ilustra el post, impertérrito en su clásica posición de guardia, casi como una estatua, pero no os dejéis engañar... En realidad, el monje, como yo, medita mientras espera, con el arma a punto y la mente dispuesta. Os decía ayer que a cierta bruja en particular le tengo especiales ganas, que ansío verla arder... Como nadie parece dispuesto a ir apilando leña para la hoguera, os digo, y esto es una promesa, que si puedo, si tengo la más mínima oportunidad, la cortaré en dos sin dudar. Mientras tanto, paciencia...

4 comentarios:

Misaoshi dijo...

¡Ay!, voy a leerme la entrada anterior para entender lo de la bruja.

Pero... pobre chica, me recuerda a mi preciosa enfermera de la ecografía mamaria. Me pregunto si tendrá novio mi rubia.

Te estoy imaginando ahí, vigilante y acechando... es casi erótico, aun imaginándote calvo jajajajajajajajaja

Doctora Anchoa dijo...

Elegir con cuidado el momento lo es todo; de hecho, yo tengo tendencia a saltar con demasiada precipitación, y así me suele ir :S.

la MaLquEridA dijo...

Me asustas un poco Jan pero te entiendo.
Un día, mi esposo vio como un tipo le decía cosas a una niña menor de 15 años cosas indecentes y le repegaba el pene a la pobre, entonces Barry se acercó al tipo y este se fue de inmediato, tipejo, bazofia humana, detesto esa clase de tipos, bueno en general a todos los que se comprtan así.

Quédate alerta compañero ante ese alacrán y la bruja, pero ten cuidado.

Un abrazo.

Fiebre dijo...

Por algún extraño fenómeno hemos tenido telepatía.
Esta mañana mientras reposaba la resaca y hacía unos cafeses , estaba pensando en alguien al que también espero cual "monja shaolina" para atizarle un buen mandoble final. Y eso en mí es raro porque soy más de ignorar.

No me importa el tiempo que tarde, pero esperaré...