domingo, 28 de agosto de 2011

Un agosto de mierda

¿Cómo puede haber salido todo tan mal?

Hace una semana que regresé, y aún no había tenido fuerzas para escribir…

Todo lo que hemos hecho en este mes de Agosto que, afortunadamente, agoniza, todo, se ha girado, se ha complicado, ha salido mal o directamente ha sido imposible.

Antes de salir, perdimos los billetes de RENFE de regreso. Tuvimos que comprarlos de nuevo, las mismas plazas, y aún estamos en trámites para la devolución del precio de esta segunda compra. Lo que teóricamente iba a ser tan fácil como presentar en la oficina de atención al cliente los billetes visados por el interventor del tren conforme éramos nosotros mismos quienes ocupábamos las plazas vendidas dos veces, ha acabado siendo un farragoso trámite con escritos y cruce de e-mails que dura y perdura y que aún no tenemos ni idea de cuando ni cómo acabará. Asco de procesos administrativos...

Las obras de arreglo del patio interior de mi casa, que debían estar finiquitadas en Julio, aún no han empezado, ni se sabe cuándo van a empezar. Y por cosas que voy viendo y oyendo, me empieza a oler la cosa a chamusquina. Asco de comunidades de vecinos...

El pueblo de Elma, en alerta sanitaria por plaga de insectos. Ni a ella ni a mí nos habían picado nunca tantas clases de bichos en tantos lugares distintos. No hablo de mosquitos. Hablo de arañas, pulgas y garrapatas. No os lo podéis imaginar. Yo, en mi pueblo, no había visto jamás algo semejante. Picaduras que no curaban las cremas antialérgicas. Ampollas enormes rellenas de pus que reventaban dejando heridas purulentas que solo podíamos untar con varias capas de Topionic o Betadine. Todos los días sintiendo una mezcla de dolor, picor y escozor. Asco de bichos...

Problemas con mi familia, los esperados, claro, con mi madre. Pero problemas también, más inesperados éstos, con la familia de Elma, que en todas partes cuecen habas. Ahora, a mis casi cuarenta y tres años, empiezo a comprender y valorar el viejo adagio que dice que familiares y trastos viejos, pocos y lejos. Asco de familia...

Y un viaje de regreso un tanto surrealista, con avería mecánica en el tren que nos traía incluida en el precio (doble, que los compramos dos veces) de los billetes. Asco de viajes...

Total para que, al llegar, nos encontremos con más problemas, esta vez de tipo laboral. En mi trabajo, la última promoción de trabajadores incorporada a la empresa, los que llamábamos “bilingües”, que contrataron en Julio, ha sido barrida como por un huracán. Solo uno queda de la decena larga que se incorporaron antes de mis vacaciones. En el trabajo de Elma, el huracán ha alcanzado proporciones apocalípticas. Gran Pau, su jefe, ha iniciado una relación sentimental con una de las empleadas, quien no ha tardado ni un minuto en tomar las riendas de la empresa, con la aquiescencia de su novio, ponerse a dar órdenes a quienes hasta ahora mismo eran sus iguales e incluso superiores, y tratar de reorganizarlo todo según su idea preconcebida de cómo debía ser. La oposición frontal de las demás, que no aceptan órdenes suyas, ha provocado una guerra de imprevisibles consecuencias. Asco de trabajo...

Si tengo tiempo y ganas (ando escaso de ambas cosas), iré escribiendo algunas “Estampas agosteñas” en las que detallaros con unas pocas pinceladas lo que ha sido y está siendo para mí este agosto de mierda.

lunes, 1 de agosto de 2011

Breve (espero) paréntesis agosteño

Bueno, pues ya estamos en Agosto. Así, como que no quiere la cosa, ha pasado Julio. Entre nubes y claros. Entre celebraciones y despedidas. Entre lluvias y calores. Poquito a poco, discreta y lentamente, se han ido sucediendo días y noches, deslizándose, casi escurriéndose, hasta ésta, mi última noche de trabajo antes de coger vacaciones.

Sé que parece que esté ya de vacaciones hace tiempo, tengo días sin pasar por aquí. Me ha faltado el ánimo de seguir escribiendo artículos que, en general, hubieran sido todos más bien tristones.

Estoy bien. Mi convivencia con Elma, a un mes vista, está siendo tan satisfactoria como esperaba, así por ese lado todo va viento en popa. Mi entorno, sin embargo, parece haberse puesto a tono con el clima, con este triste verano, indigno de llamarse canícula, en el que ha faltado calor y sobrado tormentas.

Mi madre... Qué decir, sigue sin mover un milímetro su postura. Ya me da igual. La visitaré en el pueblo, hablaremos largo y tendido, cara a cara, y veremos qué pasa. Hasta ese momento, paciencia, ajo y agua, y a seguir p’alante sin hacerla mucho caso.

Mis amigos, muy bien. Aunque, al final, queda cierto regusto amargo después de tantas comidas y cenas de despedida. Llega Agosto y quien puede vuela lejos del nido alguna que otra semana, así que a muchos no les volveremos a ver hasta Septiembre (hay quien se va nada menos que a Namibia...), pero tanto decir adiós a tantas personas al final ha creado una atmósfera decadente, de finalización de no se sabe bien qué, un ambiente con tintes casi apocalípticos. Eso sí, nunca rentabilicé tanto nada como el conjunto de mesa y sillas de jardín “Bohéme” que compramos Elma y yo en el Carrefour y que nos han permitido invitar a comer y cenar en el patio de nuestra casa a varios grupos de amigos y conocidos, de ambientes diversos, y desayunar también nosotros juntitos en nuestro patio, compartiendo esquina de la mesa sentados en dos sillones de resina trenzada.

Iré con Elma a su pueblo en avión y disfrutaré de unos días de vacaciones a su lado. Por San Roque iré de su pueblo al mío en autocar, de visita, no de vacaciones, y hablaré claro con mi madre, que ciertas cosas quiero hablarlas mirándola a los ojos. Luego volveré al pueblo de Elma y regresaremos juntos a Barcelona en tren. Dios mediante, el domingo 21 de Agosto estaremos de vuelta. Espero que me hayan vuelto las ganas de escribir y de contaros cómo me ha ido todo. Si no... Nada. Nunca me han gustado las despedidas definitivas, que la vida es larga y el mundo da muchas vueltas. Buenas vacaciones a quienes las tengáis, y muchas gracias a todos. Gracias por estar ahí, por leer y comentar, por apoyarme con vuestras palabras y vuestros gestos. Hasta muy pronto (espero).