martes, 1 de marzo de 2011

Una historia de maltrato

Solo una historia, una más de las muchas, demasiadas, que a diario ocurren en multitud de hogares españoles. Solo que ésta me la contó con pelos y señales mi madre ayer a mediodía, y lo que nos “toca”, las historias que afectan a gente que conocemos y queremos, nos impactan más que la retahíla de frías (aunque escalofriantes) cifras recitadas en un telediario.

Pues bien, mi madre tiene una amiga, ya cercana a los ochenta años, de los cuales ha pasado casi la mitad viuda, pues su marido, agente de la guardia civil, murió relativamente joven en acto de servicio. Esta señora vive hace tiempo con su única hija y su yerno, un tipo violento y problemático, siempre descentrado y metido en líos, que les ha dado a las dos, especialmente a la hija, claro, muy mala vida.

Según parece, al sujeto se le iba la mano con relativa frecuencia, aunque no eran agresiones graves. Puntualizo: Ya sé que cualquier agresión conyugal es grave, me refiero a que nunca había pasado de darle un bofetón o un par de empellones, jamás le había propinado una paliza ni le había dejado más secuelas que la cara enrojecida.

La madre llevaba tiempo pidiendo a su hija que se separara de él, convenciéndola de que vivirían mejor solas que con él. La hija nunca se atrevió, en parte por miedo a su iracunda reacción, y también en parte porque, a pesar de todos los pesares, le quería. Cuando a principios de año él quedó en paro, aumentaron su rabia, su amargura y su agresividad, hasta límites insospechados. Entonces, lamentablemente, empezaron las palizas. Las de verdad. Las de ojos morados, extremidades doloridas y visitas al hospital. Ahora sí, era el miedo de ella lo único que mantenía unida la pareja, habiéndose vuelto la convivencia insostenible. Al fin, tras uno de estos episodios de rabia descontrolada, ella se decidió a dejarle. No se marcharon a tiempo de casa, o él volvió antes de lo esperado, el caso es que las pilló con las maletas preparadas, y se volvió loco. Agarró sin miramientos a su mujer del pelo, la estampó la cara contra la pared, y aún sangrando como un ecce homo la golpeó rudamente hasta dejarla inconsciente. Cuando su madre octogenaria trató de defenderla, la tiró al suelo y la pateó con saña.

El miedo hizo que ni siquiera fueran a urgencias, que se curaran una a otra como buenamente pudieron, sin decir ni pío, aterrorizadas. Decidieron callar y aguantar, guardar para ellas el terrible secreto, seguir adelante con su dura y falsa vida de mentiras y sufrimiento.

La madre colabora hace tiempo con una parroquia barcelonesa, se encarga de los adornos florales, la limpieza básica y también de lavar y planchar la ropa blanca de servicio en el altar. Cada día desde hace muchos años acude allí a ayudar al párroco. Pues bien, esa parroquia está justo al lado de cierto edificio oficial custodiado por los Mossos de Esquadra… El caso es que el Sargento de los Mossos que manda la dotación de vigilancia del edificio es un ex Suboficial de la Guardia Civil que cambió el uniforme verde por el azul y rojo al estar casado con una catalana y no querer cambiar de ciudad de residencia, pero que no ha superado la adaptación y recuerda con nostalgia sus años en la Benemérita. Este Sargento conoció siendo muy joven al difunto marido de la amiga de mi madre, fueron compañeros en Guipuzcoa, en años muy duros, y, sabiendo que ella era su viuda, con frecuencia iba a saludarla con cariño y respeto, y a charlar un rato con ella. Hasta que un día, al ir a saludarla a la iglesia, se la encontró con la cara tumefacta y el cuerpo tan lleno de heridas y cardenales que apenas podía moverse ni tenerse en pie. El Sargento adivinó en el acto lo sucedido, y ella se desahogó con él llorando a lágrima viva.

Al día siguiente, el Sargento, acompañado de dos de sus hombres, los tres de paisano y fuera de servicio, hicieron una visita al yerno de la amiga de mi madre, con el que mantuvieron una breve charla sobre las delicias de la convivencia conyugal, el respeto debido a las personas ancianas, y lo conveniente que sería para su salud, la del yerno de la amiga de mi madre, cambiar el clima mediterráneo de Barcelona, tan insalubre y contaminado, por el de cualquier otro lugar, más al interior, a no menos de cien kilómetros de distancia. Parece que el tipo debió tropezar y caerse durante la amena charla, pues al acabar estaba sangrando por la nariz y la boca y apenas podía caminar, pero vamos, son habladurías de gente malpensada. El caso es que el yerno de la amiga de mi madre recogió sus cosas esa misma noche y se largó tan deprisa que ni se sabe donde se fue.

No, no penséis que defiendo ni justifico la actitud de los Mossos. El camino de la autodefensa, el tomarse la justicia por su propia mano, abre la puerta de la vía de hecho, que luego resulta difícil de cerrar. Los justicieros, aún con buenas intenciones, siempre acaban convirtiéndose en la misma clase de monstruos que dicen combatir.

Pero qué queréis que os diga, ver por una vez un ejemplo de justicia rápida, contundente y eficaz, un ejemplo de medida preventiva que dará, seguro, mejor resultado que esas órdenes de alejamiento sempiternamente incumplidas, esas sentencias costosas, lentas e ineficaces… Ver eso, por una sola vez, es una gozada, para variar…

Nos leemos!

8 comentarios:

Misaoshi dijo...

Qué fuerte.

Por cierto, no me parece mal en absoluto la reacción de los guardias civiles. Ojalá hubiera menos rollos y más movilización, que nadie dice amenazas de muerte, pero a los cabrones hay que pagarles con la misma moneda sinó no se enteran. Que hacer daño en este país es casi gratis y leeeeeeeeeeeeeento el tiempo que pasa entre acción y castigo.

Saludos ^^

Co dijo...

Jan! Es muy triste y muy grave lo que contás. Acá pasa muy seguido muchas veces no hay ningún justiciero que actúe como Los Mossos, siendo la muerte de la mujer la consecuencia final. Ojalá no existiese la violencia de género, ojalá la justicia actuara rápido y de manera contundente, ojalá hubiera justicieros como ellos!

la MaLquEridA dijo...

Estaría bueno que hubiera muchos de esos justicieros en mi país. Aquí hay muchos hombres que abusan de su fuerza para someter a las mujeres incluso llegando a matarlas.

No lo apruebo pero si justificaría que los justicieros llegaran y les dieran una cucharada de su propio chocolate.

Un abrazo.

PequeñoLins dijo...

Pues la gente pensara lo que quiera de mi, pero que quieres que te diga, mientras leía lo de la paliza a su mujer, y lo de tirar a la señora de 80 años al suelo, y patearla...me estaba entrando un asco, y unas ganas de matar...que me parece muy bien, la reacción, según las malas lenguas, de los mossos....
Al menos, por una vez, hay justicia, y no dos mujeres muertas....

pseudosocióloga dijo...

Esto es como lo de los cachetes a los niños, todo en su justa medida, y ésta fue la justa.

Anónimo dijo...

Como mujer maltratada que he sido, no digo que este bien que los mossos hagan eso pero... tambiñen te digo que un maltratador es muy valiente ante su victima porque la ve debil y porque normalmente antes de pegarle le ha sometido a suficiente maltrato psicologico como para que ella crea que sin él no es nada. A veces simplemente deben recibir su misma medicina. Todos los maltratadores esconden un cobarde en su interior que sólo tiene huevos con alguien más debil. Me alegro que se haya solucionado y ojalá no la moleste más porque vivir con miedo y mirando siempre hacia atras con el temor de que él esté ahñi es muy duro. Besos,me gusta tu blog, voy a seguirlo. Un saludo muy fuerte.

Onara dijo...

Jan, yo aplaudo efusivamente lo que han hecho estos hombres...

Que harias tu en caso de que la agredida fuera tu madre, tu hermana, o alguien muy cercano?

Si yo me entero que alguna de mis amigas, o mis hermanas, es maltratada por su pareja, me las apaño para darle su merecido al desgraciado que lo haya hecho, y me aseguro que no se vuelva a acercar...

A esta gente, una denuncia y una orden de alejamiento, no les frena... solo hay que poner el telediario... muchas mujeres mueren a manos de sus parejas o ex parejas a pesar de haberlos denunciano varias veces y pesar sobre ellos ordenes de alejamiento...

Si a ti, un loco te agrede en la calle, te defenderas, le pegaras si es necesario... pero estas mujeres no pueden, alguien ha de hacerlo por ellas... y las leyes que supuestamente las "protejen" no funcionan...

No soy partidaria del "ojo por ojo, diente por diente", pero lo que cuentas de estos Mossos, es a mi entender, una defensas que estas dos mujeres no pudieron ejercer... una manera de auyentar al agresor y darle a entender que no estan solas... ya que los maltratadores suelen tener víctimas que no tienen a quien acudir para que las ayuden... si hay ayuda real de por medio, se van pq nada pueden hacer...

Solo espero que ese desgraciado no le haga daño a ninguna otra mujer.

Celia dijo...

Pues aunque tienes razón que no se debería de practicar el ojo por ojo.
Sinceramente me alegro muchisimo de la actuación de esos tres hombres.
Mas de una mujer estaría viva si hubiera tenido un ángel protector como la amiga de tu madre.