jueves, 26 de enero de 2012

Signos de crisis (V)

Lo de utilizar la crisis como excusa absolutamente para todo, para justificar cualquier decisión, por absurda que sea, está siendo de traca en el mundo empresarial.

La crisis existe realmente, quién lo duda, y se necesitan planes de ajuste para adaptarse a ella. Durante los años de bonanza hemos vivido en Europa en general, y en España en particular, como si todos fuéramos ricos, y ahora despertamos de nuestro sueño y descubrimos que no. Por supuesto que es difícil adaptarse a eso, que a nadie gusta que le recorten servicios y prestaciones, pero puedo admitir que tales medidas sean necesarias.

Lo que no es de recibo es que se aproveche el contexto de crisis para eliminar de un plumazo, mediante desregulaciones que han reducido el derecho laboral a su mínima expresión, y que en la práctica dejan al trabajador totalmente a merced del empresario, en aras a una ilusoria libertad de contratación y a la paranoica obsesión patronal con la disminución de costes, casi todo lo que se había conseguido a lo largo de más de un siglo de lucha sindical. Ni en tiempos de la dictadura, que ya es decir, disminuyó tanto como ahora la protección a los trabajadores, que son siempre la parte débil de las relaciones laborales.

Lo que tampoco es de recibo, menos aún que lo anterior, es que los patronos aprovechen que el Pisuerga pasa por Valladolid para “meter tijera” en todo aquello que les viene en gana, aún si tales gastos en nada afectan a los costes de producción. En esta línea, y por no hablar una vez más de la empresa donde trabajo, que se podría, ya lo creo que se podría, os contaré lo que sucede en la empresa donde trabaja Elma: Su jefe, Gran Pau, es un empresario a la antigua usanza. Condescendiente y paternalista, gusta de mimar y agasajar de vez en cuando a sus trabajadores, ofreciéndoles a su costa (A costa de la empresa, en realidad) desde una suculenta costellada en las cavas de Sant Sadurní d’Anoia hasta un fin de semana de compras en Andorra con habitación pagada en el Parador Nacional de la Seu d’Urgell. Muy bien, diréis, qué jefe tan rumboso, pensaréis, y no os quito razón. Pero eso sí, tales regalos son por su propia iniciativa y totalmente graciables, es decir, los da porque sí, porque le apetece en ese momento, sin que sea ni se pueda considerar un pago en especies, ni un incentivo por lograr unos objetivos determinados, es algo totalmente a su voluntad. Para entendernos, según con qué pie se levante le da por pagar una mariscada a toda la empresa, pero si al día siguiente se levanta con el pie cambiado… Ni un café en un bar de chinos.

En una de esas reacciones tan propias de haberse levantado de mala leche, pero que ya dura desde el lunes, Gran Pau ha decidido no ya reducir, sino cortar sin más por lo sano los gastos de calefacción de la empresa, para lo que ha mandado deshabilitar el aparato de bomba de calor (inverter) de que dispone la sede empresarial… Y todos a pelarse de frío, tanto empleados como clientes. Elma y su compañera Lena atienden al público sentadas al fondo de una sala de espera que da a la calle. La puerta automática se abre cada vez que entra o sale alguien, y hasta cuando algún transeúnte camina demasiado cerca. Imaginaos las corrientes de aire. Los clientes están solo un rato allí, pero ellas pasan ocho horas cada día. Han tratado de convencerle, sabiendo como saben que la empresa va bien, pero Gran Pau, enrocado, no cede, así que ellas, a modo de protesta, atienden desde ayer al público abrigadas como para cruzar la Antártida, gorro de lana en la cabeza incluido. Gran Pau afirma que es por la crisis, que hay que reducir gastos. Pero qué manía, caramba, la calefacción no es un gasto superfluo ni suntuario, amén de que a la larga trabajar en tales condiciones será peor, pues, si el invierno se vuelve más crudo de lo que ha sido hasta ahora, excepcionalmente benévolo, mientras más frío pasen, más absentismo laboral tendrán, debido a los resfriados. Más de uno se lo ha explicado ya, pero Gran Pau sigue ciego y sordo a tales argumentos, encastillado en su peregrina idea, y mientras ellas con anorak y gorro de lana. Vivir para ver…

La imagen que ilustra el artículo, una viñeta de humor gráfico, el trabajador ideal, para reírnos de estos malos tiempos que nos está tocando vivir.

4 comentarios:

pseudosocióloga dijo...

Es absurdo hasta decir basta.
Y me las estoy imaginando con gorro incluido y hasta tiene su gracia(desde fuera, lo sé).
La relación entre jefe y trbajadoras es de peli de Almodóvar.
La realidad siempre supera la ficción.

Fiebre dijo...

Permítaseme la boutade.
Lo que ocurre es que Gran Pau no se da cuenta porque siempre va "caliente" como bien has relatado otras veces.

La estrategia a seguir no es abordarlo, ya que parece que tiene orejas (no oídos) de corcho, sino que su última amiguita desaparezca misteriosamente...verás como de un día para otro le entra un frío que pela y él solito le da al Play.

Es que ante tanta estulticia...no se me ocurría otro comentario, jomío.

la MaLquEridA dijo...

A ver qué dice el tipo cuando sus empleados -ojalá que no- empiecen a enfermar, pero como se ve no le importará.




Un beso Jan

Mi casa de juguete dijo...

Me encanta porque siempre tienes una opinión fundada sobre cualquier tema. Deberías mudarte a Twitter ;)

Feliz sábado!