martes, 11 de octubre de 2011

Signos de crisis (I)

Un día laborable, a primera hora de la mañana, acudo a mi oficina bancaria a hacer un trámite con mi Gestora Personal (No solo es mi gestora, sino también del resto de clientes de la oficina. La mentira publicitaria que personaliza e individualiza sus servicios no logra disimular la realidad de que sigue siendo la comercial de la oficina, como toda la vida) No tengo prisa, así que espero, sentado en un incómodo sillón de estructura metálica y sky negro, mientras ella atiende a otro cliente. Aún a prudente distancia, no puedo evitar oír la conversación entre ellos.

-Véndelo. Véndelo todo – dice él, gesticulando nerviosamente

-Lo que se puede liquidar de manera más inmediata ya he dado la orden de que se venda, pero… - Le muestra un papel, con expresión preocupada - Este fondo tiene una fuerte penalización si lo rescatas por adelantado… Eso aparte de lo bajo que se cotiza en el mercado este tipo de productos ahora mismo. Puedes perder, no sé, diez, tal vez doce mil euros...

Él se deja caer hacia atrás en su sillón, tan incómodo como el mío. Viste un traje gris claro de los  caros, camisa inmaculadamente blanca con el botón del cuello desabrochado, y una llamativa corbata en tonos malva, con el nudo casi deshecho, como si se la hubiera soltado de golpe,  sin miramientos, porque le faltara el aire para respirar. Su rostro, bien afeitado, lleva con dignidad los cincuenta años largos que debe tener. Pero eso sí, la piel pálida y las ojeras no disimulan la profunda preocupación en que se haya sumido.

-Quizás – objeta la Gestora, que me consta que se toma muy en serio su trabajo – te salga más a cuenta pedir un préstamo personal para cubrir lo que te falta hasta llegar a tus necesidades más inmediatas, y mantener el fondo de inversión. Los intereses del préstamo te los podría dar en condiciones preferentes, y serían bastante menores a la penalización por liquidación anticipada del fondo. ¿Qué te parece…?

El hombre del traje gris y la corbata desabrochada la mira fijamente manteniendo un mutismo que resulta incómodo. Su rostro se va desencajando progresivamente, y parece a punto de echarse a llorar. Su tristeza es tan profunda que me siento personalmente afectado, aunque ni me va ni me viene. Creo que sí, que está a punto de echarse a llorar como un niño.

-Me parece, Gloria – dice al fin con la voz rota – que eres muy buena persona, bastante mejor que la mayoría de las que trabajan en Banca. Pero no hay nada que hacer, no podría devolver el préstamo, bien lo sabes. No me queda nada, ya no. Vende el fondo, cancélalo todo, da igual la penalización. Tendré que bajar la persiana antes de fin de año, y empezar de nuevo. No me importan esos doce mil euros, solo liquidar de una vez lo que tengo ahora, y empezar de cero...

1 comentario:

la MaLquEridA dijo...

¨Empezar de cero¨ cuántos están tratando de hacer lo mismo y se quedan en el intento, y esto parece no mejorar.


Besos Jan.