martes, 4 de octubre de 2011

Deseando un plácido otoño

La denegación por parte del Centro de Atención Posventa de RENFE de la solicitud de reembolso de los billetes de ferrocarril que Elma y yo nos vimos precisados a comprar y pagar dos veces, la segunda a precio de oro, ha sido el colofón, la guinda del pastel, de un verano, el de este año 2.011, perfectamente olvidable.

A Elma y a mí nos ha pasado prácticamente de todo en estos meses transcurridos desde que acabó la prometedora y dulce primavera: El proceso - que creimos fácil ¡ja! - de transformar el piso que ahora compartimos de mi leonera de soltero a un verdadero hogar nos ha llevado no sé por qué extraños vericuetos a una auténtica vorágine de trabajos de bricolage que tal parece que no acabarán nunca. Por contra, las obras de rehabilitación y mejora de las terrazas interiores, a cargo de la Comunidad de Propietarios, lo que parece es que no van a empezar jamás, que tenían que haberse acabado (¡acabado!) en Julio, y aún ni se han iniciado. Así nos tienen, expectantes, sin poder acabar de acondicionar el patio a nuestro gusto por miedo que en cualquier momento se inicien las obras y se arruinen las mejoras que hayamos hecho. No parece, sin embargo, que haya fecha contratada, porque nadie apremia a los contratistas (Que han cobrado un sustancioso adelanto...) a que de una vez se decidan a empezar. Del viaje de Agosto al pueblo de Elma y a mi pueblo mejor ni hablar. Poco bueno hubo, y sí en cambio bastantes cosas malas. Picaduras de insecto que me provocaron infecciones en los pies de las que he tardado un mes en recuperarme, incomprensiones y peleas familiares, viajes de pesadilla plagados de incidentes y retrasos, tiempo revuelto, (y no hablo solo del clima...) Ahora, para acabarlo de arreglar, resulta que el viaje nos ha salido carísimo...

En el trabajo de Elma, la relación sentimental, cada vez más evidente, aunque ellos la nieguen, entre el jefe y una de las empleadas, empieza a levantar ampollas entre el resto de la plantilla. Sobre todo cuando el jefe, rumboso, pero muy falto de mano izquierda, no tiene mejor idea que llevársela un fin de semana “ampliado” a cuatro días (añadiendo jueves y viernes) a cierta bucólica casa rural en la Ribagorza, y ella, coqueta y sumisa, marcha con él, dejando colgado su trabajo de esos dos días, que alguien hará, claro, porque el trabajo debe salir. Alguien que deberá hacer lo suyo y lo de la otra...

En mi trabajo, ahora (¡A buenas horas!) les ha dado por hacer “limpieza general” y llevan una semana despidiendo un trabajador al día. De momento no han echado a nadie que no estuviera ya más que advertido y por tanto sentenciado, pero es inevitable que tras echar con cajas destempladas a seis compañeros, algunos veteranos, se cree un ambiente de miedo y nerviosismo entre los demás, que no saben qué narices está pasando, porque nadie se lo dice, y la cosa parece, aunque no lo sea, un ERE encubierto. No es así, nerviosos y amedrentados, como estaremos en mejor disposición de afrontar las duras jornadas que nos aguardan. Pues resulta que no, que soy un cenizo, un alarmista. Expongo mi opinión al resto de mandos intermedios de la empresa, y me siento solo. Todos parecen encantados con que los trabajadores estén así, empequeñecidos, con “el culito apretado” por si les echan a la calle. La Coordinadora de Calidad cree que el miedo “da vidilla” a los trabajadores, a los que considera demasiado aposentados. Al oirla, muchos pensarían que somos funcionarios. Claro,  poca cosa podemos esperar de una trepa reconocida, falsa, aduladora y cruel, autora por más señas de la célebre frase “A ver si voy a tener que pedir perdón por ser rubia y lista...”

Lentamente entramos en el otoño climático, que en el astronómico llevamos ya varias semanas. De veras espero que se pareza más a la primavera que al verano.

5 comentarios:

pseudosocióloga dijo...

Estoy de mudanza y esperando una devolución de R.E.N.F.E.
De verdad, que te deseo un otoño primaveral, que climatológicamente ya lo está siendo.

Doctora Anchoa dijo...

Ya verás como todo mejora fijo; no hay mal que cien años dure. Ánimo y para adelante.

Co dijo...

Como he dicho en alguna otra ocasión, son épocas. A veces pareciera que todo lo malo nos sucede en el mismo momento. Ya va a mejorar todo, no te preocupes!

Onara dijo...

Dicen que tras la tormenta siempre sale el Sol... :-)

Seguro que todo se calma un poco y podréis relajaros.

Ánimo Jan! un besito!

la MaLquEridA dijo...

Con tanto malo que ha pasado tienes razón al estar tan pesimista pero creo que ya todo pasó y empezarás a sonreír.


Un beso Jan.