domingo, 6 de marzo de 2011

Mi sábado de carnaval

¿Que qué hice ayer, sábado de carnaval? Cualquier cosa menos disfrazarme, no, disfrazarme no, de veras. Ya pasé por eso en su momento. ya cumplí la tradición, ya no hace falta que lo repita año tras año. Eso sí, aproveché el día, os lo puedo asegurar. Y sin tener que vestirme de nada, que ya me disfrazo bastante, a diario y por fuerza, ya llevo bastantes máscaras en el trabajo…

¿Qué hice entonces? Pues pasear con Elma por Santa Eulalia, hablando largo y tendido de nuestras cosas mientras nos cruzábamos con grupos de de niños disfrazados, acompañados de sus padres, ellos también de chirigota, que ellos sí que lo disfrutan, los niños, quiero decir, bueno, y también los padres, que se les nota… Es curioso esto de hablar, de encontrar el tiempo y las ganas de plantear las cosas pendientes y discutirlas hasta sacar alguna conclusión. Se supone que deberíamos hacerlo en casa, bien acomodados, pero justamente en casa, tanto en la suya como en la mía, siempre hay algo por hacer, siempre hay cosas pendientes que son o parecen ser urgentes, y cuando al fin nos sentamos a cenar o a ver un rato la tele estamos demasiado cansados como para darle vueltas a la cabeza. En cambio, paseando juntos por el barrio, hablamos sin límite de nuestras cosas, de nuestras preocupaciones, de nuestros planes… Yendo de la mano, o tomándola yo del talle, nos sentimos más cerca uno de otro que sentados en el sofá. Parecemos, aún más, esa pareja que queremos ser. Tal vez sea por eso que pasear nos suelta la lengua…

Después, fuimos a nuestro ex bar, al que antes íbamos muy a menudo, y que por diversas circunstancias hacía tiempo que no visitábamos (Básicamente, porque ahora tenemos otro bar al que llamar “nuestro”) y seguimos hablando, más superficialmente, porque el ruido ambiental no facilitaba las confidencias, mientras bebíamos cerveza y veíamos al Barcelona ganar el partido de Liga al Zaragoza. Más tarde, volvimos a casa de Elma, cenamos algo de butifarra de huevo que a ella le había sobrado del “dijous gras” (El pasado jueves, dijous gras según la tradición catalana, en el trabajo de Elma celebraron a mediodía una fiesta en que mezclaron el carnaval y el cumpleaños de una compañera, la tradición carnavalesca de comer ese día, entre otras cosas, tortillas y butifarras de huevo, con el regalo de la actuación en exclusiva de Esemilio, uno de los mejores strippers masculinos de Barcelona, en honor de la homenajeada…), empezamos a ver una película de Samuel L. Jackson que daban en la Cuatro y que no terminamos, porque antes de la mitad ya estábamos besándonos sin prestar atención a la pantalla, y nos fuimos a la cama relativamente temprano, aunque ninguno de los dos tenía demasiado sueño…

De madrugada, ya domingo, mi sueño inquieto y liviano contrastaba con su sueño pesado y profundo. Siempre me pasa, me despierto a menudo, aunque pronto me vuelvo a dormir. Y, mientras estoy despierto, me quedo mirándola. Mirando su pelo rojo violáceo extendido sobre la almohada, su boca entreabierta, sus ojos cerrados, su naricita, tan pequeña que parece imposible que pueda tomar todo el aire que necesita para respirar… Mientras la miraba en silencio, ella dio un par de respingos, movió la cabeza, como negando, aparentemente incómoda, y se despertó sobresaltada, hallándose frente a mi mirada inquisitiva. “¿Qué miras?” me preguntó con voz medio sonámbula. “A ti” le respondí enseguida, acariciando con mi mano derecha su cuerpo desnudo bajo las sábanas. Pero ella no se espabiló, sino que volvió a dormirse  casi enseguida, no sin decir antes un apenas audible “Como si hubiera algo que ver…”

Pues sí, Elma, cielo, sí hay mucho que ver. Debe haberlo, porque hace diez años que paso las noches mirándote, y aún no me he cansado, aún descubro nuevos y agradables detalles cada vez que miro…

La pintura que ilustra el artículo es obra de la artista brasileña Olivia Castro Cranwell y se titula (tomad aire para decirlo todo seguido) “Carnaval nos 4 cantos da Olinda, en Pernambuco”·

4 comentarios:

la reina del mambo dijo...

Muy tierno, me parece maravilloso.
Si fuera envidiosa te tendría envidia.
Besos

Anónimo dijo...

Que lindo, me recuerda a lo que me dice mi pareja. Siempre se despierta antes que yo y cuando me despierto le veo mirándome. Besos

Doctora Anchoa dijo...

Qué bonito. Y qué suerte tenéis los dos ^-^.

EriKa dijo...

Bonito, bonito...
Es verdad que los momentos en pareja fuera de casa se disfrutan más, o por lo menos nos hacen sentir que somos dos personas que pasean y hablan, no la mama de pepito o la mujer de fulanito como a veces asumimos al estar en casa, fuera soy una persona que pasea junto a otra que quiere, con la que pasa unos momentos de charla donde no está la tele para distraer y dejar de hablar, yo también los disfruto mucho esos momentos.

Besitos.