miércoles, 12 de diciembre de 2012

Una silla en disputa

La Dra. G es una médico joven, competente y enérgica. Gracias a su buen hacer, su fino olfato, su recto criterio, y también a su férreo carácter, en el poco tiempo que lleva en mi empresa se ha hecho un nombre y ganado el general respeto, ascendiendo meteóricamente al rango y categoría de Jefe de Guardia, responsable del servicio de urgencias, lo que en turno de noche, sin la presencia de mandos superiores, equivale a Reina Absoluta.

Pues bien, la Dra. G, esta noche, está indignada, más que eso, tiene un cabreo de tres pares de narices. El motivo de su enfado, y del choteo más o menos evidente del resto de médicos, es la reunión que se celebró a primera hora de la mañana de ayer martes, a la que acudieron todos los Jefes de Guardia y el Triunvirato directivo, a saber, Director Asistencial, Subdirector Asistencial y Supervisora Médica. Sobran en mi empresa problemas pendientes y temas en estudio, pero no son, al parecer, prioritarios, pues de ninguno de ellos se trató en la dichosa reunión. No. El motivo básico y principal de la convocatoria era una silla. Sí, UNA SILLA. No una silla cualquiera, claro, sino concretamente la silla del despacho de la Supervisora Médica, que se viene quejando reiteradamente de que cuando ella no está se la roban, para devolverla luego sucia, con los reglajes de altura e inclinación cambiados, y en fin, que a la señora Supervisora le sienta a parir tener que limpiar y recolocar una y otra vez su silla, antes de poder descansar sus augustas posaderas.

-¡A las nueve de la mañana! - se exclama, airada, la Dra. G – Me convocan a las nueve, sabiendo que salgo a las ocho de una guardia, y que a la noche siguiente vuelvo a venir, y para tratar... ¿De qué? ¡De una p*** silla!

Mientras la Dra. G me expresa tan vehementemente su ira, frustración y descontento, veo como los demás, más o menos disimuladamente, se mofan tanto de su monumental cabreo como de la supina estupidez de la Supervisora Médica. Y pienso en las reuniones semanales de Mandos Intermedios, en las que los Jefes de Equipo (Del personal no sanitario) nos reunimos con nuestras propias Supervisoras. Pienso en las cuestiones absurdas que invariable e inexplicablemente consumen más tiempo, energía y recursos que todos los problemas pendientes, numerosos y en general complejos, que nos acucian.

Cuando por fin la Dra. G se relaja, ya desahogada después de soltar todos los sapos y culebras del mundo por su boca, y dedicada, además, a gestionar el traslado interhospitalario de un paciente especialmente picado que nos solicita cierta clínica privada, Celio, el cínico Celio, la última (e inesperada) incorporación a mi equipo, tiene, como siempre, que decir la última palabra.

-Cualquiera diría – afirma, sentencioso – que en esta empresa no hay dificultades y trabajamos en medio de un bienestar angélico, si el único problema que tenemos es el uso y abuso de una silla...

5 comentarios:

Babilonio dijo...

Coincido con Celio, la deducción lógica es que la empresa va bien si los jefes se pueden ocupar de esas cosas.

Lo malo es que las personas no somos nada lógicas.

Saludos.

la MaLquEridA dijo...

Mal esta el mundo cuando la prioridad es una silla.



Saludos Janton

Misaoshi dijo...

Qué mal vamos, Janton.

Y qué poco respeto para tu compañera la Dra.G. Me pregunto si la dueña de la silla se daba cuenta de lo subnormal de su cabreo.

Janton dijo...

Queridos comentaristas, veo que todos coincidís. Es cierto, si la Dirección de una empresa tiene por preocupación el uso de una silla, es que todo va muy bien o muy mal en esa empresa, y ciertamente no parece que todo vaya bien...

pseudosocióloga dijo...

Lo flipo.