martes, 11 de diciembre de 2012

Ser feliz con poco

Me hace gracia cuando oigo en televisión que con la crisis la gente ha renunciado a salir o viajar. Digo que me hace gracia a nivel puramente personal, que ya sé que quien se ha visto obligado a reducir su tren de vida se mostrará muy poco propenso a encontrar graciosa su situación. Me hace gracia porque yo no he tenido (al menos de momento) que renunciar a nada de lo que hacía. No soy inmune a los efectos de la crisis, pero de siempre, de antes del inicio de este embrollo socio-económico-financiero, he tenido ambiciones modestas y me he complacido en placeres caseros.

A título de ejemplo, el puente de la semana pasada, ese puente que para tantos ha sido acueducto, aunque no para Elma y para mí, no solo no hemos viajado, sino que apenas hemos salido de casa, dedicados a montar una marquesina en el patio, y a realizar trabajos de bricolage. De hecho, a lo largo del fin de semana, apenas hemos pisado la calle. Y tan felices. Con tiempo de disfrutar de nuestra mutua compañía, algo fuera de nuestro alcance con la vorágine del día a día, y haciendo juntos algo útil, no he echado de menos ninguna otra actividad lúdica.

Ojo, ni soy un ermitaño ni estoy diciendo que no se deba viajar ni salir, que tiene que haber de todo, y también debemos dar de comer al sector hostelero y turístico, que es el único que equilibra con sus ganancias las pérdidas de los sectores industriales. Solo digo que, con poco, se puede ser feliz. Que no hace falta ir a las antípodas ni realizar actividades exóticas (y caras) para disfrutar al lado de quien uno quiere, y sentirse bien y a gusto con uno mismo. Que quizás habría que pensar en volver a los orígenes, a un mundo y un ocio más sencillo y más de andar por casa, sin aspirar como ahora es habitual a grandes presupuestos que malgastar en fuegos fatuos.

O tal vez me equivoque, y solo es que me he vuelto más hogareño que la mayoría...

7 comentarios:

Curra dijo...

Bienvenido al club.
Hace tiempo, una amiga comentó a propósito de mis gustos ne materia de hombres, que a mí, siempre me habían gustado "rarucos".
Cada vez que Julián y yo nos quedamos encantados en casa o nos damos un paseo para ver la ciudad de nuevo y disfrutamos sin necesidad de más, nos reímos de nosotros mismos y nos llamamos "rarucos".
No hace falta tener ni muchas, ni grandes cosas, tienes toda la razón, basta con saber disfrutar las que están al alcance de nuestra mano

Misaoshi dijo...

Pues yo sí echo de menos viajar.

Vale que yo no he notado la crisis, lo que pasa es que me he metido en un piso. Por suerte al tener animalicos ahora me sabe mejor esto de estar en casa.

la MaLquEridA dijo...

Tampoco soy mucho de viajar y al igual que tú cada vez con menos me la paso mejor.


Un beso.

Janton dijo...

Totalmente de acuerdo, Curra.

Se vé que yo también soy raruco.

Y a mucha honra...

Janton dijo...

Misa, está claro que si te gusta viajar, lo echas de menos. Solo digo que, precisamente, si tienes menos necesidades renuncias a menos cosas. Pero eso va con el carácter de cada uno, no se puede forzar.

Janton dijo...

Malque, si necesitas poco para pasarlo bien, lo tendrás más fácil para que la vida mejore...

pseudosocióloga dijo...

Pero es que hay muchísimo personal que no sabe apreciar lo pequeño...y así les va.
Juego con ventaja porque estoy hasta el moño de viajar por trabajo.