viernes, 16 de septiembre de 2011

La sonrisa de la dermatóloga

La vida nos proporciona muchos momentos de incertidumbre, donde lo aleatorio hace que toda nuestra existencia parezca pender de un hilo. Y, a veces, realmente pende de ese hilo.

Esta tarde, en la consulta de la Dermatóloga, he vivido uno de esos momentos, cuando la Doctora, quizás con cierto exceso de teatralidad, ha rasgado el sobre en el que le habían traído desde el Departamento de Patología del Hospital del Sagrado Corazón los resultados de la biopsia.

No tuve que esperar a que la Dermatóloga expresara de viva voz el resultado que leía en el informe. Apenas ojeó el documento, una leve sonrisa, torcida y pícara, iluminó su rostro ovalado, de piel bruna, en el que brillaban dos enormes ojos verdes de cantaora gitana (Siempre se lo he dicho, que parece una cantaora gitana, por sus ojos y su tono de piel, lo que a la Dermatóloga le cabrea mucho, la verdad sea dicha, porque de gitana tiene lo que yo de Obispo Anglicano, que por sus venas corre más bien sangre centroeuropea...), y supe sin más que el resultado era positivo, o al menos no el peor de los posibles. Efectivamente, la biopsia confirmaba el diagnóstico inicial de la Dermatóloga, que aunque solicitara la prueba para descartar complicaciones, nunca creyó que no fuera otra cosa que una sobreinfección de la infección inicial mal tratada.

Me sentí muy aliviado, viendo sonreir a la Dermatóloga. Me sentí liberado del enorme peso que me oprimía el pecho y me traía a mal traer estos días pasados.

Mi mente siempre tiende a divagar, y, despreocupada de pronto, tras haber pasado duras jornadas, gracias a esa sonrisa que en mi desvarío equiparaba a la de la Mona Lisa, me hizo revivir una escena del pasado, una imagen en movimiento archivada en uno de los rincones más recónditos de mi memoria.

¿Cuanto tiempo debe hacer? ¿Veinte, tal vez veinticinco años? Entre ambas cifras estará la verdad. Recuerdo vívidamente el frío. Sí, hacía frío allí, en el recinto del Mercat del Born. Debía ser una noche de invierno. No sé qué grupos actuaban. Seguro que ninguno triunfó. Imitadores nacionales de Stray Cats, formaciones de onda rockabilly que tan en boga estuvieron a fines de los ochenta y principios de los noventa. Fue, sin duda, la primera vez que vi a la Dermatóloga, aunque entonces, por supuesto, aún no lo era, ni creo que soñara con llegar a serlo. La misma piel bruna y los mismos ojos verdes, aunque en aquella época tenía la mirada más inocente y el gesto algo más dulce, con la frescura que solo se tiene a los dieciséis años. La Dermatóloga, sí, con sus Converse de color rosa, su larga falda plisada de cuadros marrones, y la cazadora rosa con el emblema de las Pink Ladys en la espalda, acompañada de tres o cuatro amigas de su misma edad, vestidas todas igual que ella. Cuanto daño hizo Grease a nuestra generación... Aunque eso sería otra historia.

Tropezamos, lo recuerdo, cuando yo volvía de la barra, donde había comprado unas cuantas latas de Estrella Damm para mis amigos y para mí. Faltó poco para que la duchara con cerveza, siempre he sido algo torpe en estas situaciones. “Perdona” le dije, bastante cortado, que aunque soy unos años mayor que ella, sus ojos me impresionaban. Ella, la Dermatóloga, que aún no lo era, no dijo nada. Se limitó a sonreír, como esta tarde, al leer la biopsia. Y, como esta tarde, en aquel concierto, aquel lejano día de invierno de no sé qué año, en el Mercat del Born, su sonrisa me hizo sentir tan bien...

7 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

Me da gusto leerte más relajado pero más gusto me da que la infección no sea nada grave, verás que dentro de poco estarás muy bien.

Un abrazo.



Sobre tu pregunta en mi blog, fue un paseo por el bosque de Veracruz, un estado de mi país, tan lleno de verde.


Beso de nuevo.

Babilonio dijo...

Y es que hay sonrisas que alegran el alma si señor, me alegro de que no sea nada. (aunque una excusa para volver a verla nunca está de mas..).

Un abrazo.

Lakacerola dijo...

Bieeeeen.. menos mal que no era otra cosa !!!

pseudosocióloga dijo...

Mmmmm....interesante historia.

Mi casa de juguete dijo...

A veces una expresión vale más que mil palabras y se recuerda mejor. Me alegra que sea buenas noticias!

Madame dijo...

Es increíble como pequeñas cosas nos hacen divagar en recuerdos, y lo mejor son los tan plácidos en una época que no pierdan brillo pasados los años... son de lo mejor...
besos y abrazos Jan, gracias por tus palabras en mi blog, nos estamos leyendo.

Fiebre dijo...

mmmm...¡qué malo (o bueno) es tener una asignatura pendiente!

Yo no digo ná, que luego tó se sabe.
;)