viernes, 8 de julio de 2011

De vacaciones y conflictos

Mi tía Társila marchó el miércoles por la mañana, rumbo a ese pueblo donde mi madre vive ocho meses al año, aislada y protegida de las maldades del mundo. O eso cree ella.

Mi tía Társila marchó, y me alegro doblemente. Porque ella, como su hermana mayor, mi madre, pasa mejor el verano en aquellas tierras verdes y umbrosas, lejos del sofocante y húmedo calor barcelonés. Y porque su marcha me da mayor libertad de movimientos, sin preocuparme de tener que ayudarla, que aunque sea autosuficiente necesita ayuda a veces, y libertad de movimientos es justo lo que necesito en este momento de cambio, de punto de inflexión, recién empezada mi convivencia con Elma.

Pero nada es gratis. En esta vida todo tiene un precio. Elma y yo hemos recibido un trato cordial por parte de mi tía Társila, aquí, en la ciudad, en el ambiente anónimo, disimulado entre la multitud, del populoso barrio del Eixample. Hemos comido con ella varios domingos, comentado los tres entre risas las anécdotas que nos ocurrían en la limpieza y rehabilitación de la casa. Mi tía nos ha regalado un spray limpia lámparas, y nosotros la hemos ayudado a separar y bajar al container la basura para reciclar. Estoy seguro que cualquiera que nos viera u oyera en esos momentos hubiera creído que éramos una familia normal.

Sin embargo, el pueblo es otro mundo. Y no me refiero a su provincianismo ni a su conservadurismo político, no, aunque también. En el pueblo, feudo de mi madre, el buen rollo con Elma acabó. La idea era visitarlas unos días en agosto, acompañado de Elma, repartiendo vacaciones entre el pueblo de Elma y el mío. Pero claro, es en la semana de San Roque cuando íbamos a ir, y San Roque es cuando se reúnen todas las familias lugareñas, repartidas el resto del año en verdadera diáspora por las cuatro esquinas del territorio nacional. La pesadilla de mi madre es que me presente con Elma en pleno San Roque, lo que equivale a decir ante todos y cada uno de los habitantes del lugar. Habitantes, residentes, visitantes y veraneantes. Todo un escándalo. Más de lo que mi madre puede (ni quiere) soportar.

Podría imponer mi criterio a la brava. Podría presentarme en el pueblo con Elma pesara a quien pesara, y que ardiera Troya. Total, para lo que tengo que perder... Pero no será así, no provocaré más incendios que los ya declarados ni crearé más tensiones de las que hay. No se lo haré pasar mal a todos por pura cabezonería mía. Porque está claro que iba a pasarlo mal, muy mal, mi madre. Yo también iba a sufrir. Y lo iba a pasar fatal, peor que nadie, la propia Elma, convertida en foco de la atención pública, con lo poco que le gusta, sintiéndose a buen seguro rechazada por mi madre y presionada por el resto, espiada, criticada y cuestionada. Es esto lo que en primer lugar me ha decidido. Elma no sufrirá las neuras de mi familia, que bastante tiene con las mías, ni pagará las platos rotos de mi inadaptación. Ella no tendrá que sufrir a mi madre como la he sufrido yo.

Así pues, iremos al pueblo de Elma y pasaremos unos días juntos allí, donde podemos sin problemas mostrarnos como pareja. Después, Elma se quedará unos días más sola con su madre (Y el resto de la familia, pero sobre todo con su madre, de la que por la distancia puede disfrutar poco...) mientras yo voy a visitar a la mía. Digo visitar y digo bien, se lo he dejado meridianamente claro a mi querida madre: Las vacaciones las hago con Elma, en pareja. Los pocos días que vaya al pueblo con mi familia, solo, son una mera visita. No es solo un juego de palabras, implica más cosas y significa más cosas. Por primera vez en la vida, mi madre también sufrirá las consecuencias de sus actos.

9 comentarios:

pseudosocióloga dijo...

Tu madre, que debe ser de armas tomar, es raro que siga empecinada en el que dirán, porque raro es ya que en una aldea, por pequeña que esta sea, que toooodas no tengan hijos separados, reajuntados y demás.¿Porque es eso lo que le molesta, no?.

Doctora Anchoa dijo...

Qué difíciles son las relaciones con los padres. Al final todos recogemos lo que sembramos.

la reina del mambo dijo...

Que difícil es cuando pasa cosas como las que cuentas!!!
Un beso

Lakacerola dijo...

Te comprendo..suele pasar en los pueblos pequeños dónde se han criado los padres y abuelos.

Lola dijo...

Pérdoname, ya me conoces.
Yo no iría ni de visita.
Sin alharacas, sin decir ni mú.
Ya adivinarían.

la MaLquEridA dijo...

Que fuerte pero al fin es tu elección la que debes tomar y que les afecte lo menos posible a ti y a Elma.


Un abrazo.

Anónimo dijo...

Dicen que la familia y los trastos viejo poquitos y lejos, todos los refranes son ciertos por algo. Besos!

Misaoshi dijo...

Yo me habría presentado con Elma. Troya me la suda bastante. Mi vida es mi vida y a quién no le guste...

Co dijo...

Ay Jan, es una pena que tengas que pasar tus vacaciones así tironeado y sin poder compartirla con tus amadas mujeres. Me parece bien tu decisión de dejar de ir al pueblo donde está tu madre. Es más, si estuviese en tu lugar ni siquiera visitaría a mi madre. Al menos así reflexionaría acerca de sus actos, no?
Espero que te lo pases de lujo en el pueblo de Elma y disfrutes a pesar de...

besos!