miércoles, 20 de abril de 2011

A veces me indigno

A veces, me indigno. Me sigo indignando. Y me sorprende.

Porque no debería. ¿A qué narices paso estos berrinches, si lo tengo ya todo visto en el mundo de las relaciones laborales, si ya nada debiera sorprenderme, y mucho menos indignarme?

He visto elegir a los peores para los mejores cargos.

He visto postergar a los mejores hasta prácticamente expulsarlos de la empresa por pura envidian de los primeros.

He visto cómo una Supervisora me denegaba una semana de vacaciones que había solicitado, argumentando que los últimos tres días de la semana entraban en el mes de noviembre, y noviembre, por normativa de la empresa, era mes inhábil para vacaciones. Y he visto como, según acababa de hablar conmigo, exhortándome a que rellenara una nueva solicitud de vacaciones en otra semana, se dirigía a la compañera sentada frente a mí, notificándole entre bromas y alharacas que a ella sí que se le concedían las vacaciones que había solicitado. ¿Lo adivináis? Nada menos que quince días en el mes de noviembre. Sí, lo sé, no digáis nada.

He visto, oído y sufrido mentiras, traiciones, golpes bajos y puñaladas traperas.

Os aseguro, pidiendo perdón por el exagerado dramatismo, que desde el primer día que pisé el primer centro de trabajo donde me desempeñé, me volví peor persona.

He visto todo eso, y muchas cosas más que no tengo sitio ni tiempo ni ganas de contar.

Y a pesar de eso me indigno, y no puedo sino concluir que soy gilipollas.

Porque no debiera indignarme. Debiera esperar lo peor de cada uno de mis compañeros. Debiera asumir que el que pueda joderte te joderá y el que pueda beneficiarse en algo de que tú estés jodido te joderás dos veces… Debiera saberlo y aprenderlo, asumirlo y aceptarlo, y dejar de indignarme a lo bobo, que parezco nuevo, joder, y no lo soy.

Que sé de sobra que vales tanto como lo que hiciste ayer, que nadie tiene en cuenta si te has esforzado más o menos, si has puesto de tu parte un plus de dedicación o no, que al final de mes cobras lo mismo que cualquier otro de tu categoría profesional, por más que ese otro trabaje la mitad que tú y se escaquee todo lo que pueda. Y cuidado, no sea que ese otro, irresponsable y escaqueado, caiga mejor que tú, que a fuer de responsable pareces serio y aburrido, un muermo, vamos, vaya plasta de tío, y aún le beneficien, al lerdo irresponsable, por su simpatía. Que tú eres un hueso, hijo, así cómo le vas a caer bien a nadie...

No tendría que indignarme, pero me indigno. Que tonto soy. Aunque para lo que me sirve...

16 comentarios:

Madame dijo...

mmm Jan!!! que muchas veces al leerte me haces sentir impotente. Me dan ganas de sacarte como fichita de monopolio y llevarte a una nueva empresa como magnate jeee.. de verás... no dejes que esas personas maten lo bueno que hay en tí... si bien son una porquería... que esa porquería no te llegue... nada más hombre... fuerza y a seguir... no nos queda de otra...

besos y abrazos Jan! nos estamos leyendo.

la MaLquEridA dijo...

No te enojes, esa gente siempre va a existir pero no dejes que su existencia te amargue la vida, no valen la pena y tu si que vales mucho.


Un abrazo Jan, cuídate mucho y sonríe con Elma.

Doctora Anchoa dijo...

Y ójala nunca dejes de sentirte indignado, porque es la parte de tí que todavía cree en que hay que hacer las cosas bien, y que hacer el trabajo lo mejor que puedas te permite que no se te caiga la cara de vergüenza a fin de mes. Y esa parte de cada uno hay que protegerla como animalillo en peligro de extinción.

El guardian del Faro dijo...

No deberíamos, es cierto, pero a veces es inevitable.
Ánimo, al menos no tendrás que verles en unos días (espero).
;)

cactus girl dijo...

Esto es así. Los trabajos están llenos de capullos egoístas y sí, los buenos nos volvemos malos.

Yo creo que es por instinto de supervivencia, nada más.

Un besete

pseudosocióloga dijo...

Yo me indigno solo de leerte.

la reina del mambo dijo...

Sí, no te indignaras no serías humano. las personas (algunas) tenemos la capacidad de indignarnos con injusticias. Quizás no sirva, pero demuestras humanidad.
Un beso

Lakacerola dijo...

Ejem...te diría que le hagas la "zancadilla", laboralmente hablando, hay maneras y maneras, eso sí tienes que tener mucho cuidado, porque si no eres un "ardilla" se dará cuenta.
Un abrazo.

EriKa dijo...

A veces puede ser todo muy injusto, ¿por qué no triunfa el bien sobre el mal? no lo se, supongo que el tiempo pondrá a cada uno en su sitio... o eso espero.

Besitos.

Co dijo...

Es absolutamente entendible que te indignes,porque esas cosas dan bronca. Gente inescrupulosa hay en todos lados, gente trepadora también, y más aún gente acomodada. Pero la verdad es que parece que hubiesen armado un combo y los hubiesen metido a todos a trabajar con vos.
Yo tengo la suerte de tener unos compañeros de trabajo maravillosos, piolas, amorosos, solidarios. Quizás sea porque somos jóvenes. No se!
Más allá de todas las injusticias en este ámbito, no dejes que te amarguen los días y te quiten las ganas de trabajar. EN algunmomento te llegará la recompensa por ser trabajador, solidario y buen compañero.

besos!

Alondra dijo...

¡Hola! en los centros de trabajo pasas muchas horas de tu vida y aunque la envidia es uno de los pecados más extendidos, sinceramente lo que más me molesta son los chismosos un karma del que nadie se libra y genera malos entendidos entre los compañeros, ocasionando resentimientos sin causa justificada.
Por cierto quién es Elma ¿cómo se llama su blog? me encantaría conocer a una vecina, y es que en el laberinto de la red en vez de perdernos nos encontramos.
Un saludo afectuoso

deMónicamente dijo...

te entiendo. pero, en los años que trabajé como empleada, terminé aceptando que:
¨somos necesarios, pero no imprescindibles¨.
así que...saca tus conclusiones.

no des más de lo que merecen. te sentirás mejor!!
kisses

Maria dijo...

Que todo lo que pasa en tu trabajo te haga sentir de esa manera dice mucho de tí (mucho y bueno!). Por si te sirve, yo trabajo en la oficina de los horrores. Antes me sentía más o menos como tú y, de verdad, me iba fatal. Al final, sentirse mal te acaba perjudicando a tí mismo. Ahora, poco a poco, voy haciéndome un impermeable y...¡que llueva!!! Las cosas pasan igual, sólo que... yo también paso. Si no puedo cambiarlo, al menos, aprendo a vivir con ello sin que me afecte demasiado.

He decidido que, si algún día no me queda más remedio que estar preocupada o sentirme mal; va a ser por motivos personales, de los que realmente importan... ¡no la oficina!

¡Ah! Eso sí, comerse todas esas cosas es muy indigesto; siempre viene bien contárselas a alguien (amigos, pareja, familia...)... así es como que las escupes y ya no se quedan dentro.

Un abrazo

Scotty dijo...

La vida es muy complicada. hay que convivir con persona y situaciones realmente injustas. ¡Animo! Todo tenemos que procesarlo y pasar sobre ello.

Un cordial saludo.

Lola dijo...

Como no indignarse!! Creo que todos en algún momento de nuestra vida laboral hemos pasado por esto. Es totalmente comprensible tu enojo y sobretodo tu cansancio ante estas injusticias.
Yo puedo decirte que cuando me pasó aprendí a que nadie es imprescindible y que no vale la pena esforzarse demasiado por quien no lo valora. Ánimo y sobretodo fuerza para seguir.

Misaoshi dijo...

Te veo yendo un día a trabajar con una sierra mecánica. No digo más.

Tragas demasiado veneno, hijo.