miércoles, 16 de noviembre de 2011

Martes de plomo fundido

Martes, sí, otoñal martes de noviembre, lluvioso, gris, frío, plomizo e insoportable.

El cielo, cuajado de nubes, que no dejaban un solo resquicio de mínima claridad, ha vomitado lluvia todo el día, de la mañana a la noche, espesa cual cortina de plomo fundido, como si el cielo gris, metálico y amenazador, se derritiera sobre la ciudad.

Los días “de entremedio”, esos días (falsos días, en realidad son solo tardes, pues duermo por la mañana hasta la hora de comer) encajonados entre dos noches seguidas de guardia, ya son siempre, de por sí, complicados: Cortísimos, angustiosos y cansados. Pero hoy, martes “de entremedio” en el que no ha sido posible ver ni un miserable rayo de sol... Solo los breves momentos pasados con Elma, esos ratos más cortos siempre de lo que me gustaría, me han aliviado algo la fría y opresiva sensación de angustia que me ha invadido desde que me levanté. Las pocas ganas, por no decir ninguna, de volver a trabajar hoy, aumentaban mi desasosiego. Y es que además del aumento de volumen de faena de los últimos días, normal para la época del año, llevamos semanas sufriendo contínuas incidencias técnicas, lo que nos dificulta mucho el trabajo, sin que sean capaces de arreglarlo. Estamos ya todos hasta los mismísimos perendengues del departamento técnico y su prepotente e inútil responsable, el chulesco N.

Pero no quiero hablar de eso, que me cabreo tontamente (Tontamente porque nada puedo hacer) Mejor pensar en que hoy, espero, ya no quedará más plomo derretido en el cielo que nos pueda hechar encima esa horda de nubes de tormenta que nos invadió ayer. Claro que hoy puede ser peor. Hoy, miércoles, 16 de Noviembre, mi hijo cumple 11 años. Alejado de mí, víctima de una de esas situaciones en que yo jamás hubiera querido caer con su madre... Es doloroso, sí, muy doloroso.

Tal vez, este miércoles, añore el plomo fundido que caía a mansalva sobre Barcelona ayer martes. Pero plomo fundido de verdad, que me abrase por dentro, que carbonice mis entrañas. A ver si ese sufrimiento, ese dolor, es capaz de hacerme olvidar el otro dolor de que os hablaba...

6 comentarios:

Doctora Anchoa dijo...

Un besote, Jan Berg. Quién sabe, tal vez dentro de un tiempo puedas celebrar sus cumpleaños con él, la vida da muchas vueltas.

pseudosocióloga dijo...

A mi me gustan los días grises.
El tiempo suele pone las cosas en su sitio, si es de justicia que tu hijo se relacione contigo....lo hará.

Madame dijo...

Hoy es gris no por el el cielo (que refleja tu estado de ánimo) hoy es gris por otro motivo. Al menos llama a tu hijo, haz algo para cambiar el final de este día... esta en tus manos...
A veces me parece que andas metido en un estado de tristeza vital de forma crónica... no has pensado en visitar al psiquiatra?? (te lo digo en buen plan, no quiero que lo tomes a mal)
Besos y abrazos Jan, mucha fuerza. Te queremos todos!! Nos estamos leyendo.

Janton dijo...

Mme. Milagros, te agradezco el consejo, y lo digo sin cinismo alguno. No todo el mundo que piensa "éste debería ir a ver un psiquiatra" se atreve a decirlo. Tú sí lo haces, sé que con buena intención, y te agradezco la valentía y la sinceridad.

Sin embargo, no estoy de acuerdo contigo, no me considero ni mucho menos en un estado de tristeza vital crónica, y por tanto no me parece que un psiquiatra pudiera ayudarme en absoluto.

Soy pesimista, sí, lo soy desde siempre, y créeme, serlo me ha ayudado mucho a sobrellevar los peores momentos de la vida, sé que la opinión generalizada hoy en día es que se DEBE ser feliz, se debe estar todo el día sonriendo o si no tienes un serio problema, pero no comparto esa opinión por muy mayoritaria que sea. A mí me gusta ser pesimista, no me angustia en absoluto serlo, no me siento mal ni oprimido ni deprimido, ni tan solo creo que un pesimista sea más que alguien que sabe que la cosa puede ir mal, aunque haga todo lo posible (Y yo lo hago) porque vaya bien. Pero, mucho peor a mi entender, es el optimismo idiota y desinformado de quien se cree los anuncios de coca cola y piensa sin mayor profundidas que todo le irá bien, aunque no mueva ni un dedo para que sus circunstancias mejoren.

En suma, querida madame, que gracias por el interés, pero va a ser que no, me quedo como estoy, y tan feliz, créeme.

Y por cierto, ya que hablamos de optimismo y pesimismo, te dejo una frase que siempre me ha gustado mucho, desde que la oí por primera vez: "Optimista es alguien que cree poder resolver un atasco de tráfico tocando el cláxon"

Un fuerte abrazo.

Madame Milagros dijo...

Jan... milagrooooooo primera vez que te leo optimista... primera vez que te leo animado (no quiero decir que estes rebosante de felicidad al estilo Bob esponja, pero vamos algo ha cambiado jaaaa)...
Todo el tiempo que te leo siempre estas sacándole la mala vuelta, el lado feo, las críticas, etc, etc.
No te digo ni te exijo, ni nada por el estilo a que estes sonriendo estúpidamente (ni yo lo hago, pero vamos que tampoco me voy al lado oscuro) pero lo tuyo me llamo la atención, esa anhedonia que tienes para todo. Es que para levantarte, para trabajar, para todooo... nunca te leo haciendo algo que te guste... siempre estas atascado como tu frase tocando el claxón, sentado en tu coche (vida)... si te bajarás y caminarás verías otras cosas, y lo mejor de todo es que avanzarías...

En fin... espero leerte con soluciones a tus problemas... besos y abrazos, nos estamos leyendo.

Willy Fog dijo...

once años! como pasa el tiempo.

Por cierto, respecto al pesimismo/optimismo, cada uno debe buscar, en mi opinión, el estado mental que le permita funcionar, "tirar pa'lante" de la mejor manera, con más fuerza y menos stress, pero según lo veo yo, si una persona inteligente, reflexiva e informada se para a pensar un rato en como va el pais y el mundo, lo que hace y tiene la gente, desde los poderosos a los miserables, pasando por algunos pasos intermedios, lo mínimo que hará es ponerse a llorar y no descartaría que alguno se pegue un tiro. Cada cual tiene unas cartas que debe jugar y en eso estamos, pero que no nos vendan los mundos de yupi, que las cartas estan marcadas y se nota y a los que las marcan no les importa una m. Y ojo, que yo no soy pesismista.