jueves, 30 de junio de 2011

Segunda despedida de Luna

Pues sí, compañera, ya ves las vueltas que da la vida. Me despido de ti por segunda vez.

No pensé volver a verte tras nuestra primera despedida.

Menos aún pensé despedirme de nuevo tras nuestro reencuentro.

La primera ocasión en que te fuiste de esta empresa, la verdad, me alegré. Estudiabas último curso de Enfermería y trabajar en un puesto de inferior categoría te fastidiaba. No estabas a gusto, no había quién te aguantara, no parabas de expresar tu descontento y emitir vibraciones negativas, hasta el punto de convertirte en un elemento perturbador para el equipo, una nube de tormenta en el entonces idílico y calmado clima laboral.

Dirección te volvió a llamar, sin embargo. Volvió a confiar en ti, a pesar de todo. El recuerdo de tu buen hacer profesional los años anteriores pesó más en ellos que los altercados previos a tu agitada marcha. Volviste, ya como enfermera, ya más calmada, más madura y experimentada. Y tuviste un bonito gesto: Lo primero que hiciste fue pedirnos perdón por los malos ratos que nos habías hecho pasar dos años antes. Y te perdonamos, y te integraste en el equipo. Y has trabajado bien, muy bien.

Ah, pero nada de eso vale, no esta vez, ni tu buen hacer profesional como enfermera, ni tu contribución a la paz y el entendimiento entre los compañeros, apagando más de un incendio como has apagado, una labor pacificadora más necesaria ahora que nunca, ya que la salvaje tormenta que agita el clima laboral de la empresa adquiere proporciones huracanadas. No, nada de eso ha sido valorado, ni tenido en cuenta por Dirección. Ha bastado la envidia de la inútil Supervisora de Enfermería y las calumnias interesadas de cierta Jefa de Equipo de cuyo nombre no quiero acordarme para que te veas fuera de la empresa de nuevo, solo que esta vez no te has ido por tu propia voluntad, sino que te han despedido sin contemplaciones. Y sin explicaciones, añado yo. No te las han dado. Porque esa tontería que ha aducido el Director Asistencial, eso de que “se nota tu falta de experiencia clínica” se lo puede meter el buen doctor por donde amargan los pepinos. Que ni es verdad ni aún justificaría un despido si lo fuera.

Así que nos hemos vuelto a despedir, esta vez para siempre, al menos laboralmente, que por supuesto no te van a volver a llamar. Una cosa es irte tú y otra que te echen. Y hoy, a diferencia de la frialdad de nuestra primera despedida, hoy me he emocionado, y he sentido pena, porque trabajaba bien contigo, me gustaba tu modo de hacer las cosas.

Que tengas suerte, Luna, que encuentres algo mejor, mucho mejor que esto, y que nunca más tengas que pasar por un trago como el de esta mañana. Seguiremos en contacto, lo sé, como sé que cada vez que mire tu silla vacía, en el “lado oscuro” de la Sala, pensaré en ti, y te echaré de menos.

Como puso alguien en un sms que nos envió a los dos hace muchos años, otra noche extraña y triste como la de hoy, “Hasta que nuestros caminos vuelvan a cruzarse, allá en el infinito...”

5 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

Auch Jan que mala onda lo que ha pasado con tu compañera, lo siento mucho, ojalá se sigan frecuentando y que encuentre pronto trabajo.


Un abrazo Jan.

Misaoshi dijo...

Toda esta mierda de depender de la opinión ajena, tu trabajo y tu sueldo, tu vida...

Una pena.

Saludos y... suerte con el próximo/la próxima que sienten en la silla de Luna.

EriKa dijo...

Es un palo... pero hay que pensar que hay más vida después de esto, seguro que las cosas le irán bien.

Besitos.

Anónimo dijo...

Es un palo pero dicen que después de algo malo viene algo bueno. Esperemos que sea su caso. Un beso

Lakacerola dijo...

Suele pasar sobre todo en empresas pequeñas y medianas.
Un abrazo.