lunes, 6 de junio de 2011

El camino de Osiris

“Mis soldados siguen la tradición de las Lanzas Castellanas, y la Tradición es hermosa como un romance y sagrada como una liturgia. Nadie puede ser lo que no es, y, desde que el mundo es mundo, los hombres son hombres, y la guerra es guerra. Eso responderá ud. a las buenas gentes de la aldea, si persisten sus quejas...”
Ramón María del Valle-Inclán – Sonata de Invierno

El jueves se rompió el débil equilibrio entre sectores que mantenía la paz en la empresa. En la reunión semanal de mandos intermedios, una reunión especialmente larga y tensa, de la que, por supuesto, me tocó hacer el Acta (tengo la negra para estas cosas), mis más inmediatas superioras, las Supervisoras Myssia y Moira, lanzaron claras, contundentes, graves (y, a mi entender, gratuitas) acusaciones de mala gestión a diversos compañeros de mi mismo rango, Coordinadores Jefes de Equipo. Aunque no fui de los acusados, me sentó igual de mal que a ellos esta cruel caza de brujas basada en rumores, mentiras y maledicencias.

A los compañeros acusados no es que no se les haya respetado el derecho a la defensa, es que ni tan siquiera se les ha permitido derecho a réplica. Además, al ser pregonado el caso a los cuatro vientos, se han borrado de un plumazo tanto la presunción de inocencia como la mínima y necesaria privacidad de un hecho así.

Hace ya tiempo que el Departamento de Urgencias al que pertenezco se ha convertido en el cajón de sastre que asume todos los servicios y funciones que otros departamentos no pueden (ni quieren) asumir. Nos hemos convertido, poco a poco, sin darnos cuenta, en el coche escoba de la empresa, los que, cuando nos se sabe quién debe hacer algo, normalmente desagradable,  acabamos haciéndolo. Por si no fuera poco, tenemos luego que soportar una rigurosa fiscalización del desempeño la tarea por parte de quienes no quisieron realizarla. Una fiscalización no exenta de cierta cínica burla, algo así: “Te has comido un buen marrón, y además seré yo, que no lo he hecho porque no me ha salido de las narices, quien te diga dónde y cuando fallaste...”

Los cargos intermedios estamos presionados hacia arriba y hacia abajo: Somos el primer escalón de la cadena de mando, los más próximos e inmediatos jefes de los trabajadores de base, que nos hacen receptores de sus reivindicaciones y quejas, a veces de manera vehemente, y no siempre exenta de exabruptos. Somos también los más directos responsables de los Equipos y de los servicios, por lo que los directivos nos exigen mayor eficacia, mayor premura, nos exprimen, vamos, que se trata de obtener el máximo rendimiento al mínimo coste. Esta presión es algo que va con el cargo, que no puedes separar del resto de pros y contras del ascenso. Lo asumes, lo aceptas y te olvidas, tampoco es nada extraordinario. Pero cuando a esta presión se le suman otras, como ahora, puede ser una pesada carga...

Otras personas de otros departamentos, mostrando una total ausencia de empatía, lejos de solidarizarse con los acusados se ceban con ellos, abriendo nuevos frentes en esta guerra sin cuartel y sin más objetivo que la destrucción total del otro. Algunos trabajadores de base, todo sea dicho también, se frotan las manos viendo el triste espectáculo de los mandos intermedios peleando unos contra otros a mayor gloria del caos absoluto en el que estamos a punto de caer. Y en medio de este maremágnum, aún hay quienes se permiten hacerse los estupendos. Así, el Coordinador de Planificación que, desmintiendo su cargo, no planificó bien las vacaciones de un turno entero, al que dejó sin nadie que pudiera asumir llamadas en idiomas extranjeros, porque dio fiesta a todos los gestores con idiomas a la vez. Y también esa Coordinadora de Calidad que, tras manifestar que no pensaba comunicarnos a los Coordinadores de Urgencias ningún cambio en el dimensionamiento de su área que a nosotros nos afectara, que debíamos enterarnos de dichos cambios por nosotros mismos (no sé cómo) se permitió el lujo de decir en voz alta y delante de no pocos testigos “A ver si voy a tener que pedir perdón por ser rubia y lista...” Pues no, bonita, no pidas perdón, que ni lo uno (es de bote) ni lo otro...

Desde el jueves, a nivel laboral, todo alrededor es guerra. Menos mal que los escorpio de pura cepa, como servidor de uds., seguimos el camino de Osiris, y, ya que no podemos evitar el infierno, que es lo que trata de hacer la mayoría, recorremos la senda al revés, nos vamos de cabeza hacia el abismo para conquistarlo y establecernos en él, convertido en nuestro reino. Estoy en ello, queridos lectores, estoy acomodándome a trabajar en ese infierno que la mayoría teme, acostumbrándome a él, volviéndolo mi hábitat natural. Os informaré de mis progresos...

10 comentarios:

Madame dijo...

Creo que deben desarrollar antígenos contra este tipo de horror en el trabajo... Cada uno de tu turno tiene habilidades, destrezas, explotenlas ... siempre hay una forma de cubrir esos baches... no te quedes de manos caídas... en pocas no te rindas... se que suena más fácil de lo que es, pero intenta Jan..
Besos y abrazos, nos estamos leyendo.

Doctora Anchoa dijo...

Bueno, Osiris era el dios de la resurrección, así que igual seguir su senda quiere decir que volvéis a tirar hacia delante incluso cuando todos os dan por muertos. Míralo así, que siempre es mejor.

pseudosocióloga dijo...

Nacido para luchar o tienes más moral que el alcoyano.

la reina del mambo dijo...

Uff, que horror. Siendo escorpio espero que nadie te ponga más zancadillas. Lo digo por lo de vengativos, eso si nadie como un escorpio para bajar al infierno y tu empresa lo parece.
Un beso

Onara dijo...

Siendo escorpio, por muy hondo que llegues a tocar, resurgirás de tus cenizas con más fuerza aun!!

Te lo dice una nativa del mismo signo que ha tocado fondo varias veces.

Ánimo y no desfallezcas!

Besos!

Perfida Canalla dijo...

A las barricadas!!!!
Asi me siento yo muchas veces
Por cierto soy Perfida
Un saludo coleguita

EriKa dijo...

¡Vaya tela! eso es la guerra de Troya, que estress, como siempre algunos/as estarían más guapos calladitos.
Que sea leve.
Besitos.

Desde mi realidad dijo...

Ánimo, que tú puedes!

Lakacerola dijo...

Pues yo he cambiado de hospital y de servicio pero normalmente no tengo problemas con la gente ni con el puesto, me adapto muy bien, soy de las que si no puedes cambiar las condiciones que te rodean únete a ellas y trata de sobrellevarlo lo mejor posible.
Trabajo como una burra (sudo la camiseta) pero vengo contenta a casa y eso no lo puede decir todo el mundo.
Un abrazo.

Maria dijo...

¿Por qué será que hay tantos centros de trabajo que se parecen a la corte de los Borgia??

¡Muy buena tu filosofía!

Un abrazo