domingo, 6 de enero de 2013

Ya pasó todo


Efectivamente, ya pasó todo. Hoy, día de Reyes, es la última fiesta del calendario navideño, y como tal el punto de partida de la temporada de rebajas y de la cuesta de enero, el regreso a la regularidad laboral, a la vida cotidiana que marca el verdadero principio del año, a la realidad del crudo invierno y la dura crisis tras el paréntesis festivo, buenista y multicolor de la Navidad.

Hace un par de eneros circulaba por las redes sociales uno de esos mensajes graciosos que decía más o menos “El simulacro de paz y amor ha finalizado. Ya pueden guardar los langostinos y volver a insultar a sus cuñados” Aunque terriblemente cínica, esa frase encierra para mí una gran verdad. La verdad de los falsos oropeles, de los fingimientos e hipocresías propios de las fiestas, de toda esa incomprensión y ese vacío envueltos en espumillón. Y no, no he pasado malas navidades ni me puedo quejar. He estado tranquilo y a gusto, a solas con Elma la mayor parte de los días, eso sí, pero no necesito nada ni nadie más para ser feliz. Que conste que no hablo mal de la Navidad por mala experiencia propia sino por muchas malas experiencias ajenas que me ha sido dado conocer. Ni os imagináis cuanta gente angustiada, ansiosa, deprimida y hasta desesperada hemos tenido que atender los servicios de urgencias estos días. Hoy mismo, en esta noche de Reyes en que también me toca trabajar, los avisos de contenido digamos psicológico superan en número y complejidad a las intoxicaciones etílicas y alimentarias más aparentemente propias (ya se sabe, los excesos...) de estas fechas.

Pero insisto, ya pasó todo. Ahora, a superar la cuesta de enero, si es que aún nos quedan fuerzas...

7 comentarios:

la reina del mambo dijo...

Empieza el año ¡¡¡que te sea leve!!!
Un beso

Lakacerola dijo...

Pufff...yo ni he probado el turrón..asi que ya vés qué navidades más light.

Curra dijo...

Las Navidades pueden tener su sentido si tratas de buscar en tu interior las cosas que de verdad te hacen feliz. En muchos casos, la felicidad va unida a la estabildiad familiar, por eso cuando no se consigue resulta muy frustrante.
Salvando el oropel, los excesos gastronómicos y la incitación descarada al consumismo, la Navidad me gusta y siempre la vivo como una llamada a la luz y a resdescubrir el amor a la humanidad. Una especie de invitación a mejorar, porque en la medida que yo mejore lo hará mi entorno.
Con todo si no se vive así resultan unas fiestas demasiado largas y sin sentido con lo que entiendo como te sientes.
Y lo de retomar la normalidad es de todo punto necesario, la vida no es sólo una fiesta y hay que vivirla como es y no como nos gustaría que fuera.
Por mi parte, stoy agotada, pero feliz y recomienzo el nuevo año con ganas y con ilusión.

Doctora Anchoa dijo...

Ya pasó, afortunadamente. O desgraciadamente, que ahora viene un erial de meses seguidos trabajando... en fin, la normalidad.

Janton dijo...

Para bien o para mal, las fiestas ya acabaron, y la verdad, no son fiestas de mi agrado, pero creo que tal como se está poniendo todo las echaré de menos.

Querida Curra, te lo digo tal cual lo siento: Te envidio. Comprendo que vivir las fiestas así, como tú las vives, sí debe ser muy bueno y reconfortante, sí debe dejarte imbuída de auténtico espíritu navideño. Ahora bien, reconocerás conmigo, supongo, que así las vive poca gente, cada vez menos.

Curra dijo...


Jamto, tienes toda la razón y si yo puedo vivirlas así es porque en un periodo de mi vida fui monja de clausura y me queda una parte importante del espíritu que me llevó al convento. Aquello no era lo mío, pero me dejó un buen recuerdo y un aprenidzaje importante.
La experiencia del claustro, como supondrás, no es algo muy común y supongo que yo no dejo de ser "especial" en el sentido de distinta, no de estupenda.
No sé si la explicación viene o no muy a cuento, pero es que da un poco la impresión de que mi postura es una pose acorde con lo que se supone debería ser la Navidad y no es el caso. A pesar de todo sigo creyendo en la humanidad y en la posibilidad de un mundo mejor, aunque confieso que cada día me cuesta más.

Janton dijo...

Curra, me dejas de piedra. Ni en sueños hubiera adivinado yo esto que dices... ¡Monja de clausura!

Fui educado en la fe catolica de modo riguroso, mi madre, que ha acabado siendo dominica seglar, nunca dejó margen a veleidades ni disidencias. Pero de ahí a la clausura... Imagino que realmente la clausura debió marcarte de una manera mucho más profunda.