jueves, 22 de marzo de 2012

¿Por qué seguimos creyendo?

España lidera, de largo, el deshonroso ranking de la corrupción en los países europeos. Los antaño considerados más duros competidores, Italia o Grecia, por ejemplo, han quedado atrás. Tenemos políticos y ex políticos imputados y condenados a nivel local, autonómico y nacional. Hay corruptos, eso está claro, en todos los partidos políticos, todos los niveles, rangos y escalas de la administración y todos los territorios del Estado.

Y, sin embargo, seguimos creyendo. Llegan las elecciones, sean cuales sean, y la promesa unánime de todos los candidatos es la honradez, la limpieza, la tolerancia cero… Y les creemos! Hablo en general porque, si bien yo soy cada día más descreído, veo a mi alrededor tantos que creen (O más bien, quieren creer) que tal o cual candidato cambiará las cosas y será honrado, que asumo que mi postura desencantada y escéptica es la excepción y no la regla. Cada cual vota para un cargo a quien cree que, de entre los candidatos (Este punto es importante. Hay un chiste inglés que dice “¿Por qué los generales británicos son tan memos?” “Pues porque solo los podemos elegir de entre los coroneles británicos…” Con el bajísimo nivel de ciertos candidatos, si fuéramos justos y racionales, más de una vez el cargo debería quedar desierto…) gestionará mejor el desaguisado que invariablemente ha dejado el anterior ocupante del cargo (Desaguisado por el que, invariablemente también, no se le exigirá ninguna responsabilidad ni sufrirá sanción alguna)

Todos los electores, todos, de un extremo al otro del arco político y parlamentario, creen que su candidato elegido cumplirá las promesas efectuadas en campaña, se desentenderá de los viejos malos hábitos, corrupciones, corruptelas y desvíos varios de dinero y poder, y, cual líder mesiánico, abanderará la lucha contra la corrupción. Y eso lo cree gente que ha visto durante veinte o treinta años incumplir promesa tras promesa, sucumbir candidato tras candidato al “lado oscuro” de la fuerza, gente que lleva media vida, o más, viendo cómo quien ocupa el sillón se olvida de todo lo prometido en el camino para llegar hasta ese sillón, y se transforma en un clon de quien antes lo ocupaba, aunque fuera de otro partido, de otra generación, qué se yo, de otro mundo. Es algo incomprensible para mí, algo que no me cabe en la cabeza. Si ya has visto sucederse en la alcaldía de tu ciudad, por ejemplo, a tres o cuatro personas distintas, de varios partidos políticos, y todos han acabado cayendo en los mismos errores y la misma mierda… ¿De veras crees que otro nombre y otras siglas serán, esta vez sí, diferentes?

Pero es que yo voy más allá. En España hacemos honor a nuestra condición de inventores de la picaresca. Aquí el que puede se escaquea de pagar impuestos, multas, tasas y obligaciones, de una forma tan descarada y asumida por el conjunto de la sociedad que todos sabemos que es práctica habitual pedir, por ejemplo, que determinados profesionales nos cobren sus servicios en dinero negro, sin factura y por supuesto sin IVA, y nos jactamos de ello en público, lo que resulta escandaloso, inadmisible y aberrante para ciudadanos de países más civilizados, donde por supuesto también hay defraudación fiscal, pero a otros niveles, no asumida popularmente. No encontraremos fácilmente un sueco, por poner un ejemplo,  que escatime pagos al Estado pidiéndole a un fontanero que le falsifique la factura. En España es el pan nuestro de cada día, pero, aunque lo sabemos, no nos consideramos defraudadores por ello, no, ni hablar. Somos listos. Y seguimos pidiendo (A los demás, a esos políticos de los que a veces hablamos como si fueran extraterrestres) que sean, ellos sí, honrados, y no se beneficien de su puesto. Ja. Todos nosotros, el cien por cien de los españoles, pertenecemos a una o varias entidades asociativas, comunidades de vecinos, asociaciones recreativas, entidades sociales, oenegés, qué se yo. Todos hemos visto, una y mil veces, en esas entidades asociativas, cómo se dan actitudes que rozan lo delictivo, desvíos de fondos y tráfico de influencias. Todos sabemos qué presidente de una comunidad de propietarios se ha hecho obras gratis en su piso a cambio de hacer aprobar el presupuesto de un contratista en detrimento de otros, todos conocemos sobrinos de secretarios generales de entidades vecinales nombrados a dedo como tesoreros de esa misma entidad, aunque carezcan de la titulación y experiencia requeridas para el cargo, todos hemos vivido historias así… ¡Y seguimos creyendo! Seguimos esperando, sí, a pesar de todo lo anterior, que el próximo candidato sea mejor y más honrado que todos los anteriores, que el que venga, sea del partido que sea, arregle años, decenios a veces, de mala gestión, enchufes, mamoneos y prebendas. No lo comprendo. Por optimista que uno sea, me parece un auto engaño creer que alguien hará lo que nadie ha hecho antes.

4 comentarios:

Doctora Anchoa dijo...

Yo creo que en realidad todo el mundo sabe que las cosas no van a cambiar aunque sea otro el que ocupe la poltrona, a excepción de esta gente que votaría a un partido aunque en su campaña electoral se incluyera que les pincharan las ruedas del coche a todos los españoles. Otra cosa es que lo asumamos.

Misaoshi dijo...

Estoy con Dra. Anchoa.

A eso se le llama fanatismo. Y odio el bipartidismo que tenemos en España. Si dices que no votas al PP se quedan ¿eres del PSOE?, cmo si no hubiera más (por poner un ejemplo).

Yo no soy de ninguno. Siempre digo que yo votaré el día en que me prometan algo y lo vayan a cumplir. Votaré el día que ningún partido político nos robe. Votaré cuando limpien las listas de gente que sobra.

Algún día espero votar. Porque no pienso dar mi voto a ningún partido político. Total: salga lo que salga.... mejor no va a ser del que ya hay.

pseudosocióloga dijo...

Pero si el personal cree en Dios...que quieres.....
¿Y ahora cómo hacemos el seguimiento?...puto blogger

la MaLquEridA dijo...

Cambia el nombre de Espa;a por Mexico y es el mismo cantar.