Desde el diez de enero... Aquí estoy,
casi un año después, revisando éste que fue (y es) mi espacio.
No estoy seguro de por qué en estos
meses no he vuelto a escribir nada, ni tan siquiera a leer nada. Creo
que he tenido pocas cosas buenas que contar este año, y las malas no
quise contarlas aquí, no quise que este espacio se convirtiera en
una especie de blog-protesta y perdiera el tono lúdico que siempre
me gustó que tuviera. Este lugar es una ventana al mundo, una
herramienta de intercambio de ideas con personas físicamente muy
alejadas de mí, y sin embargo con frecuencia mentalmente muy
próximas. No lo volveré un almacén de rencor y mala leche, un
lugar amargado y siniestro.
Héteme aquí pues, tantos meses
después, releyendo artículos en un pequeño receso de una noche de
guardia especialmente intensa, y sorprendiéndome echando de menos
escribir y leer posts, lanzar mis ideas al mundo virtual, tan ancho y
poblado como el real, y recibir de manera casi inmediata un agradable
feedback de los anónimos lectores en forma de comentarios. Solo que,
una vez más, poco se me ocurre para contar que no sea una sarta de
despropósitos, un memorial de agravios recibidos en este proceso
implacable y me temo que imparable de desmantelamiento del estado
social y democrático de derecho tal como lo hemos conocido en Europa
desde el final de la segunda guerra mundial. Las empresas, al igual
que las autoridades políticas, aprovechan la crisis para acabar
literalmente con todo, y el miedo a perder nuestras migajas, ese
trabajo que apenas nos mantiene, ese aparente bienestar que es
esclavitud envuelta en oropeles, hace que los ciudadanos agachemos la
cabeza, renunciemos de facto a derechos por cuya consecución
nuestros abuelos derramaron sangre, y permitamos que la casta
política se apodere de nuestro estado e hipoteque nuestro futuro.
En fin, ya veis, me dais veinte minutos
unos cuantos renglones y acabo haciendo justo lo que dije en el
primer párrafo que no quería hacer... No sé si volveré a escribir
regularmente como antes. No sé si retornaré a la rutina diaria de
leer y comentar vuestros posts. No prometo nada porque a nada me
quiero comprometer, solo decir que sigo vivo, que os hecho de menos,
y que me alegro de haber tenido la idea de darme un nostálgico paseo
por aquí.