Como ya os he explicado en artículos anteriores, la “limpieza étnica” prosigue en mi empresa, lenta pero inexorablemente. Todos aquellos “elementos subversivos” cuya presencia Dirección había tenido que consentir a regañadientes porque nadie podía en aquel momento sustituirles han ido cayendo uno a uno, cortados por el afiladísimo filo de la misma guadaña.
En un primer momento, la guadaña segó inmisericorde las filas del personal no sanitario. Despidos más baratos y más fáciles de sustituir: Teleoperadores, gestores y administrativos vimos abrirse el suelo bajo nuestros pies, y un miedo frío y opresivo invadió el ambiente de trabajo. Médicos y enfermeras miraban a cierta distancia lo que ocurría, sin que en ningún momento se preocuparan ni solidarizaran con los compañeros despedidos a saco. De un tiempo a esta parte, sin embargo, la situación ha cambiado, y mucho, para ellos, el antes intocable personal sanitario. Recuerdo que el año pasado la Supervisora Médica, Dra. G, me comentó en una reunión lo difícil que le estaba resultando, habiendo sido encargada por la Dirección de reforzar la plantilla ante la avalancha de trabajo que se produce cada invierno, encontrar médicos que quisieran trabajar con nosotros. Por el contrario ahora, ella misma me lo ha mostrado, los currículum vitae de médicos de toda edad, especialidad y condición que optan a entrar en la empresa se amontonan literalmente en su despacho. Los recortes de la sanidad pública, la no renovación de plazas de primaria, la radical disminución de guardias de urgencias y días de quirófano, han provocado que docenas de médicos (No es una exageración, os lo aseguro) estén dispuestos a trabajar en cualquier cosa que les ofrezcan. Y por supuesto, si hay quien le sustituya, nadie es insustituible (Perdón por la perogrullada). Así pues, la misma guadaña que antes se ensañó con nosotros, está haciendo ahora estragos en las filas médicas.
Media docena de médicos fulminados en lo que va de mes han hecho temblar como hojas a casi todos los demás, máxime cuando algunos de los despedidos eran veteranos y se creían pilares de la empresa. Sin embargo, si algún despido no ha sorprendido a nadie, es del Dr. LV. Este hombre, de trato áspero y pose chulesca, se había pasado más de una vez por el forro las normas dictadas por el Director Asistencial, enfrentándose luego agriamente con él. Pero es que además, y eso sí que la más alta Dirección de mi empresa no perdona, el Dr. LV, cuya condición de hombre casado y padre de dos retoños es pública y notoria, se ha liado, de manera igualmente pública y notoria, con una compañera del otro equipo de Noche, Artera, quien no ha disimulado nunca su intención de “cazar” a un hombre que la mantenga por los restos a ella y a su hijo de cinco años, sobre cuya paternidad (No es tema que me importe, y jamás le preguntaría, pero si Artera habla abiertamente del asunto, aunque no cuente más que mentiras, no me siento obligado a respetarla) he oído tantas y tan distintas versiones, dadas todas por la propia madre, que no aseguraría que ese niño fuera hijo de un gitano vendedor ambulante, un violinista portugués o del Príncipe Carlos Felipe de Suecia.
Haciendo caso omiso a las normas de la empresa, y a las normas sociales más elementales, ambos hicieron pública ostentación de su condición de amantes, no privándose de darse besos y muestras de cariño en horas de trabajo y dependencias de la empresa, amén de las burradas que ella llegó a decir, tal como que le tenía “bien cogido por el mango” y otras lindezas. Eso, todos lo sabemos, no es algo que toleren nuestros amos y señores, miembros de cierta congregación seglar católica. Artera fue despedida al poco tiempo, cosa que a ella pareció encantarle. De hecho, no se privó de decir a quien quisiera oírla que el despido era lo que venía buscando con su actitud, que lo había provocado a propósito para no volver a trabajar.
Ahora, esta misma semana, han despedido también a su querido Dr. LV. La cosa ya pinta peor. Todos lo hemos pensado, aunque dudo que a nadie le haya dado mucha pena. Lo que me ha llamado la atención, por su inquina, es la frase de una compañera, Coordinadora del turno de Mañana, cuando nos comunicaron oficialmente que el Dr. LV “ya no colaboraba con nosotros”, fórmula eufemística que siempre emplea Dirección en estos casos.
-Vaya – dijo esta Coordinadora, con lengua bífida y mirada sibilina – Lo siento, sobre todo, por su pizpireta novia (marcó cada sílaba de esa palabra casi en desudo, pizpireta, con toda su mala intención) que siempre presumía que no necesitaba trabajar, que él la mantendría. A ver cómo la mantiene ahora…
A mí hacer leña del árbol caído siempre me ha parecido cosa de cobardes. Por más que Artera no merezca ni pena ni compasión, que bien se ha buscado el berenjenal en que se ha metido, tampoco creo que haya motivo para volvernos todos más malos que ella. Y esta Coordinadora, compañera, que no amiga, a la que tenía hasta ahora en mejor concepto, me ha demostrado con sus palabras que es vengativa y rencorosa, así que a partir de ahora, cuando le dé la mano, me contaré luego los dedos…
La imagen que ilustra el artículo, titulada Dark Fairy, es de la colección de imágenes góticas After Dark, y va tanto por Artera como por mi compañera Coordinadora...